LOGO INSTITUCIONAL
Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Dictan conferencia “Historia de la gastronomía colonial en la zona oriental de El Salvador”

La charla virtual se llevó a cabo en el marco de la exposición temporal “Fiesta de los sentidos”, que está instalada en la cabecera departamental migueleña.

El Museo Regional de Oriente impartió este 31 de marzo, la ponencia virtual “Historia de la gastronomía colonial en la zona oriental de El Salvador”a cargo de la arqueóloga Claudia Alfaro Moisa.

La investigadora compartió los detalles de relatos y descripciones de la vida cotidiana del oriente salvadoreño, realizados por cronistas que recorrieron la zona durante la colonia, tales como Diego García y Palacios, en 1576; Antonio Ciudad Real, en 1586, y el arzobispo de Guatemala, Pedro Cortés y Larráz, entre 1768 y 1770.

En la crónica de García y Palacios dice que “en Sesori (San Miguel), los indígenas hacían ceremonias secretas con sacrificios de animales, como venados y gallinas, y también ofrendaban chiles y semillas de chan”, refirió Alfaro Moisa.

Según las crónicas del silo XVI, Ereguayquín, en Usulután, era “tierra fértil, abundante de cacao, abundante de añil y con ganado. San Miguel estaba lleno de cacahuatales y la gente pescaba y cazaba aves silvestres. Uluapán (Usulután) se destaca, en este tiempo, por la caza de iguanas y pesca de mojarras”, relató la arqueóloga.

La actual gastronomía de la zona oriental tiene sus orígenes en tradiciones, especias, frutos, semillas, recetas, olores y sabores que se han mezclado con los siglos.

“La  abundancia de frutos le dieron matices a la cocina colonial, que era muy atiborrada de muchos olores y sabores; se experimentaba mucho. En las recetas del siglo XVI al XIII se incluyen los tamales y guisos que llevaban papas de origen sudamericano. De igual manera, en Europa hicieron suyos algunos alimentos americanos”, indicó Alfaro Moisa.

Según documentos históricos, fue en el siglo XVI cuando se comenzaron a fabricar quesos en la zona oriental, ya que para el siglo XVIII “los quesos de San Miguel eran los que suplían las necesidades de las poblaciones cercanas a las minas hondureñas; los lácteos eran salados y duros para su mejor conservación”, agregó Alfaro.

Hay recetas de la época colonial que aún se conservan. Una de ellas es el pozole de Chilanga, Morazán. El pozole es un plato que tiene sus raíces en la comida prehispánica y que se consumía en ceremonias especiales, sobre todo aquellas que implicaban sacrificios humanos; con la introducción del cristianismo, la carne humana se sustituyó por la de cerdo.

“El pozole de chilanga es un platillo que se come durante la temporada de siembra; se hace con maíz y cerdo.  Otro plato tradicional del oriente son los totopostes y tustacas. La receta nació hace 64 años en Chinameca, San Miguel. Son elaborados con masa, manteca y dulce de panela”.  

La arqueóloga concluyó que comidas tradicionales como los totopostes y tustacas son el resultado de la unión de alimentos originarios, como el maíz,  con productos como la manteca y el dulce de panela, que son derivados de plantas traídas a América.

Asimismo, destacó los hallazgos en el sitio arqueológico Ciudad Vieja, Suchitoto, de restos de plantas y animales como cerdo, perro, coyote, conejo, venado, pavo, rana, bagre, chacalín, jute, res y pollo, entre otros, los cuales se consumían durante su ocupación, de 1528 a 1545, y han permitido conocer la dieta de los españoles, africanos e indígenas que habitaron la primera San Salvador.